sábado, 25 de mayo de 2013

7 años, cuando tenia 7 años tuve mi primer reloj; azul, violeta y marrón. Con un demonio de Tazmania, regalado por mi viejo, con toda su intensión y bondad, deseando que yo aprendiera a leer la hora. Fue colgado en un clavito; al lado del ropero, frente al ventanal, cerquita de la cama. Esa noche cuando me acosté me fue casi imposible conseguir el sueño. A las dos noches tome la decisión de sacarle las pilas. Y quedo ahí, en medio de esa pared blanca como un cuadro redondo.
El silencio por la noche me apasionaba.
Esta tarde, 13 años después voy a almorzar a lo de los tíos, mis tíos abuelos. Me saco la ropa y me dispongo a dormir una siesta en su cama, hacia tantos años que no dormía ahí. Nubes, por la ventana se veían nubes; y frente el campito.
Me acurruque. Y el TIC-TAC comenzó a retumbar en mis oídos. El reloj estaba en la mesa de luz de la tía. Estuve a punto de abrir el cajón y meterlo dentro.
Seguía mirando por la ventana y mientras pensaba en escribir esto TIC-TAC, otro TIC-TAC. Como un eco. Este venia de la cómoda; frente a la cama.
2 relojes y el tiempo no pasaba, en el campito no pasaba; y en mi tampoco.
El tiempo no existe